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  • Versos del río de viento
    Versos del río de viento
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    Yong-Tae Min / 민용태 / 2013 / KDC구분 > literature > Korean Literature > Complete Collection > Library > Complete Collection (individual)

    1. El hombre que practica el Fung-ryu-do, o el Fung-ryu-ín aspira a vivir siempre libre, feliz y longevo como el viento (fung) que sopla, como el agua (ryu) que fluye. 2. El fung-ryu-ín sabe que la finalidad del arte no consiste en una obra perfecta y bien acabada, objeto para el museo, como no consiste en la muerte la finalidad de la vida. El fung-ryu-ín es profesional en vivir bien y aficionado eterno en el arte, compañero de la vida. No estamos atentos solamente a la perfección de una obra sino también y a veces más, al proceso mismo de la creación artística, porque éste es —sabemos— la ocasión y el lugar óptimos para la práctica del fung-ryu-do. 3. El fung-ryu-ín sabe que él es el creador y la criatura de una obra y de una vida, al mismo tiempo. Una obra artística vive y resucita a través de la lectura de los lectores receptores. Por consiguiente, no existe una obra acabada, una vida acabada, sin compartir con la vida de los otros. La felicidad en el proceso de crear solo o en la colectividad, es la condición sine qua non y muy necesaria de una obra verdadera o de una vida hermosa. 4. Al fung-ryu-ín le gusta gozar de la vida y del arte, compartiendo la felicidad y alegría con todos. El arte verdadero consiste en vivir del hombre en armonía con la naturaleza y con los hombres. Por eso a los de fung-ryu nos gusta escribir o hacer el arte a modo de improvisación o en la colectividad, asumiendo el chi o la energía vital cósmica que se encuentra aquí y ahora en los buenos montes y en los ríos divinos, como han hecho nuestros buenos antecesores, artistas clásicos coreanos y orientales. 5. Los hombres que practicamos el fung-ryu-do no somos esclavos de los géneros literarios o artísticos, ni de las valoraciones arbitrarias, ni de nada que nos limite o categorice. Lo que nos importa verdaderamente es hacer el arte con nuestro vivir o, lo que es lo mismo, hacer nuestra vida feliz y longeva con el arte. 6. El fung-ryu-ín no hace de una mujer bella una estatua, ni de un árbol de ginkgo bello una tabla de ajedrez. Respetamos la gran ley de la naturaleza que anima el universo, viendo ejemplos de cómo cría las orquídeas la Cordillera de Mudung, de cómo cría los barbos el Lago Chokbyuk y de cómo reparte sus frutos de amor el árbol de ginkgo milenario de Hwasún. 7. Por último, este Manifiesto no es juramento ni poética como no lo es la escritura que dejan las olas y los holas en el agua o en el viento. Si este Manifiesto te esclaviza o te reprime, olvídate de esto. Olvídate y olvídate de todo aquello que te haga pensar y que no te deje vivir. Esto es el primer paso que hemos de seguir, para ser un fung-ryu-ín verdadero.